martes, 24 de marzo de 2009

El incidente con las joyas

Una mañana, Simón Bolívar paseaba como otras veces montado en su soberbio caballo. Iba a cruzar la puerta de Toledo cuando varios alguaciles le dieron el alto y diciendo que cumplían órdenes del Ministro de Finanzas, se dispusieron a registrarle. El motivo, según decían, era que estaba prohibido por entonces el uso excesivo de joyas, especialmente de diamantes y Simón Bolívar, que aquel día, como casi siempre, vestía su uniforme de la Milicia venezolana, lucía en los blancos puños de su camisa unos soberbios gemelos de diamantes. Le dijeron que aquello significaba una ostentación indebida y contra la ley.
-Nunca he visto que se reprendiera a nadie por esta causa - replicó Simón, creyendo que semejante trato era debido a su condición de criollo.
-La ley existe, señor, y nosotros cumplimos órdenes del señor ministro -repitieron los alguaciles-. Debemos registraros.
-De ningún modo consentiré semejante ultraje. Me niego a ser registrado, y defenderé mi derecho aunque deba hacer uso de la espada - exclamó con voz altiva el orgulloso joven, a la vez que desenvainaba la espada y se ponía en guardia contra los alguaciles.
El resultado de este incidente hubiera sido de lo más desagradable, a juzgar por el cariz que tomaba, de no ser por la providencial llegada al lugar del suceso de varios amigos influyentes de Simón que resolvieron el caso de la mejor manera. Desde luego, entre los que habían presenciado el hecho se levantó un murmullo de admiración hacia aquel jovencísimo y elegante venezolano que se había atrevido a desafiar él solo a un grupo de alguaciles armados.Los auténticos motivos de aquel atropello del que fue objeto Bolívar nunca se han sabido.

1 comentario:

  1. Que buen trabajo...! y que anecdota no la habia escuchado antes...

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